Semana santa en Cajabamba es recordar el acompañar una procesión, cagar una vela con un cartón protegiendo tu mano de las gotas de cera, es vivir una atmósfera de paz y de gracia plena.
Semana santa en Cajabamba es algo especial, es recordar también un amor juvenil, es recordar el ir en familia a la misa y acompañar las procesiones, semana santa es reflexión, pero en Cajabamba es sinónimo de experiencias personales que recordaremos toda la vida.
Fotografías: Roberth Calderón y Imagen MPC
Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
Tú eres hijo mío; hoy te he dado a la vida.
Salmo 2, 7
Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo.
2 Samuel 7, 14
Son palabras proféticas y nos hablan de Dios, que es Padre en el sentido más elevado y auténtico de la palabra.
Dice Isaías: “Señor, tú eres nuestro Padre, nosotros somos la arcilla y tú eres el alfarero, todos nosotros fuimos hechos por tus manos.”
Isaías 64, 8
Y Sión decía: “El señor me ha abandonado, el Señor se ha olvidado de mí.” Pero, ¿puede una mujer olvidarse del niño que cría, o dejar
de querer al hijo de sus entrañas? Pues bien, aunque se encontrara alguna que lo olvidase, ¡Yo nunca te abandonaré!
Isaías 49, 14-15
En los pasajes del profeta Isaías, la paternidad de Dios adquiere connotaciones inspiradas en la maternidad. En la plenitud de los tiempos mesiánicos, Jesús anuncia muchas veces la paternidad de Dios en relación con el ser humano, de acuerdo con numerosas referencias del Antiguo Testamento. Para Jesús, Dios no es solamente el Padre de Israel, el padre de los hombres, sino el Padre suyo, mi Padre.